La depresión, que con frecuencia acompaña a las
infecciones, podría estar destinada precisamente a apoyar al sistema
inmunitario humano en su lucha contra la enfermedad, según concluyen en
un estudio unos científicos estadounidenses.
Según las estadísticas, aproximadamente el 10% de las personas adultas padece depresión. Los índices tan altos hacen pensar a los científicos
cada vez con más frecuencia que este estado del organismo puede tener su
lado positivo.
En el artículo publicado en la revista Molecular
Psychiatry, los científicos Andrew Miller, de la Universidad Emory de
Atlanta, y Charles Rayson, de la Universidad de Arizona, plantean la
teoría de que durante todo el proceso de la evolución la respuesta
inmune a la infección y la depresión iban de la mano.
Los debates científicos sobre los vínculos entre la depresión y la
reacción inmune a la infección se desarrollan desde hace décadas. Pero
la idea que dan los autores de dicho artículo es absolutamente nueva: Afirman que el estado deprimido podría nacer como un producto derivado
del proceso de formación del sistema inmunitario, pero a fin de cuentas
como algo útil para vencer la infección.
¿Por qué es útil?
La depresión cambia la conducta del ser humano: La persona se aparta de
la sociedad, pierde el apetito, siente apatía y cansancio. Y esto es
muy útil durante la enfermedad: ante todo porque el organismo gasta sus
recursos solo para luchar contra la infección y no en otras actividades,
y en segundo lugar porque así el enfermo contagia menos a los demás y
recibe menos patógenos.
Cuando no existían los medicamentos la depresión podía salvar a una persona de la muerte si padecía una enfermedad infecciosa corrigiendo su conducta.
Cuando no existían los medicamentos la depresión podía salvar a una persona de la muerte si padecía una enfermedad infecciosa corrigiendo su conducta.
Incluso los trastornos del sueño que se registran en el estado enfermo y
deprimido también tienen cabida en esta teoría si nos remontamos en el
tiempo: para una fiera era muy fácil atrapar a un ser enfermo, por lo
que el hombre tenía que estar ojo avizor.
De momento dicha hipótesis requiere más investigaciones y análisis,
pero probablemente sea confirmada como válida, ya que hay muchos indicios que así lo indican.
Fuente: Molecular Psychiatry
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